Un tumor maligno se caracteriza por su capacidad de diseminarse por su entorno. Para que esto ocurra, las células del tumor deben adherirse al tejido que las rodea (principalmente colágeno) y ejercer fuerzas sobre él para propulsarse. Un estudio del Instituto de Bioingeniería de Cataluña desvela que las fuerzas que ejercen las células tumorales para esparcirse trascienden las leyes de la física tal y como están formuladas actualmente.
Este descubrimiento pone de relieve la importancia de las fuerzas físicas en la metástasis, abriendo la puerta a desarrollar terapias para alterar la mecánica de los tumores como posible tratamiento.